EL COMERCIO
Estamos inmersos en un contexto altamente inflacionista, que nos retrotrae a unos niveles de precios de finales de la década de los 70. Unos aumentos de precios en la energía, en los carburantes y en los alimentos que para muchos hogares son inasumibles. Si bien las medidas puestas en marcha por el Gobierno para afrontar las consecuencias de la guerra de Ucrania van en la buena dirección, éstas se muestran insuficientes ante la gravedad de la situación.
Desde la UGT seguiremos luchando para conseguir un reparto equitativo y justo de las rentas, y no como está sucediendo ahora, donde las empresas para no ver reducidos sus márgenes de beneficio están trasladando los aumentos de los costes de las materias primas y de la energía a los precios finales.
Son las mismas empresas que se niegan a firmar un nuevo acuerdo que permita a las rentas salariales no continuar perdiendo poder adquisitivo. Son estas empresas también las que tradicionalmente venían defendiendo que los incrementos salariales eran los responsables del aumento de la inflación, algo que siempre hemos negado desde la UGT y que ahora a la vista de los datos se confirma que era un argumento rotundamente falso y encaminado a apoyar sus habituales reticencias para aumentar los salarios. En el mes de marzo, los salarios en Asturias se han incrementado un 2,9%, mientras que ese mismo mes la inflación se ha disparado hasta el 9,8%, produciendo una pérdida de poder adquisitivo de los salarios de 7 puntos porcentuales.
Esta situación hace necesario reforzar los mecanismos de protección social especialmente entre los colectivos más vulnerables, a la vez que es imprescindible garantizar el poder adquisitivo de los salarios, para que no supongan un lastre al consumo.
La fuerte dependencia energética que sufría España era innegable, y con el estallido del conflicto en Ucrania se hizo más que evidente. Esta dependencia hace necesario emprender una reforma de calado de nuestro modelo energético que mejore su eficiencia y permita contar con un sistema de precios competitivos y que garantice el suministro. Este escenario tiene una doble vertiente para Asturias, por un lado constituye una debilidad, debido a que el elevado coste energético supone una clara desventaja competitiva para la región, dada la fuerte implantación de empresas electrointensivas, pero también debe verse como una oportunidad para convertir a Asturias en un referente del país en la producción de hidrógeno verde.
A lo largo del año seguiremos reivindicando la progresiva subida del SMI hasta alcanzar el 60% del salario medio en el año 2023. También trabajaremos para acabar con la lacra de la siniestralidad laboral, así como reducir la brecha de género, la brecha digital… En definitiva combatir con cualquier tipo de desigualdad.
El contexto actual no permite, como están reclamando algunos grupos políticos, una bajada masiva de impuestos, dada la imperiosa necesidad de reforzar la protección social.
Quería finalizar mostrando la más rotunda condena a la guerra de Ucrania y trasladando la más sincera solidaridad por parte de la UGT con el pueblo ucraniano.
1º MAYO: EL EMPLEO COMO PRINCIPAL OBJETIVO
LA NUEVA ESPAÑA
Llegamos a este 1º de mayo en un momento muy delicado, tras dos años de pandemia y cuando la situación provocada por el virus parecía estar mejorando, diversos acontecimientos en el contexto internacional están provocando un aumento de la incertidumbre e inestabilidad. Me estoy refiriendo a la injusta invasión de Ucrania, desde la UGT condenamos enérgicamente esta guerra y mostramos toda nuestra solidaridad con el pueblo ucraniano.
Comenzábamos este año 2022 con ilusión para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras, gracias a la reforma laboral, destacando como una herramienta clave para luchar contra la precariedad laboral y la recuperación de los derechos perdidos. Los datos de contratación ya comienzan a mostrar los efectos positivos de esta reforma, así los contratos indefinidos han aumentado hasta suponer el 26% del total de contratos registrados en el mes de marzo, el doble del registrado en el mismo mes del año anterior.
La guerra ha supuesto un freno a la recuperación económica, provocando un aumento del precio de la energía y de las materias primas, y también una escasez de estas últimas que está generando paros en determinadas producciones. Preocupa el aumento en los costes energéticos en una región como Asturias, cuyo motor económico es la industria, que aporta el 17,2% al PIB asturiano (2,5 puntos más que en España). Y en concreto con una fuerte implantación de industria electrointensiva.
Los trabajadores y trabajadoras están sufriendo duramente la escalada de los precios, cuando sus salarios apenas crecen. En concreto en el mes de marzo los salarios arrojan una subida del 2,9%, muy alejada del aumento de los precios que en ese mismo mes se ha cerrado con un 9,8%, lo que supone una pérdida de poder adquisitivo de 7 puntos porcentuales. Situación que demuestra cómo los salarios no están siendo los responsables de la espiral inflacionista, no puede decirse lo mismo de las empresas que están trasladando el aumento de los costes de las materias primas a los precios para evitar caídas en sus márgenes de beneficios.
Es indecente la postura de la patronal que se niega a firmar un acuerdo que garantice el poder adquisitivo de los salarios a través de las cláusulas de revisión salarial.
Este empobrecimiento de los trabajadores y trabajadoras, se confirma en el último informe hecho público esta misma semana por FOESSA en el que se alerta de que la población asturiana en situación de exclusión severa ha crecido un 17%. Esta situación hace más necesarias que nunca medidas para garantizar el poder adquisitivo de los hogares, y en especial de los más vulnerables.
Las serias dificultades que están atravesando muchas familias y que se traduce en una cada vez mayor brecha social constituye un terreno abonado para el auge de la extrema derecha que pone en riesgo todos los avances que hemos conseguido en los últimos cuarenta años de democracia. La mejora de las condiciones de vida de las personas y la lucha contra las desigualdades sociales constituyen la mejor fórmula para combatir el populismo de la extrema derecha.
Quiero finalizar reiterando que desde la UGT no vamos a permitir salir de esta crisis devaluando salarios, generando más pobreza laboral y mayor desigualdad.
1º DE MAYO, DÍA INTERNACIONAL DEL TRABAJO, REINVINDICANDO UN NUEVO ORDEN MUNDIAL.
LA VOZ DE ASTURIAS
Afrontamos este 1º de mayo en un contexto complicado ensombrecido por una invasión injusta de Ucrania, que desde la UGT condenamos enérgicamente y mostramos toda la solidaridad con el pueblo ucraniano.
La reforma laboral abría una puerta al optimismo para recuperar los derechos laborales perdidos con las anteriores reformas laborales y mejorar las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras. Con escasos cuatro meses desde su puesta en marcha ya se aprecian los buenos resultados, de manera que en el mes de marzo los contratos indefinidos representan el 26% del total de contratos registrados, el doble de lo registrado en el mismo mes del año anterior.
Desde el verano del año 2021 venimos asistiendo a una escalada de los precios de la energía y de los productos de alimentación, hasta rozar la inflación en el mes de marzo casi el 10% (9,8%) y que nos sitúa en valores de finales de los años 70. Mientras que los salarios han registrado un crecimiento hasta ese mismo mes del 2,9%, lo que se traduce en una pérdida de poder adquisitivo de 7 puntos porcentuales. Esta devaluación salarial confirma que los salarios no son los responsables de la creciente inflación, por el contrario las empresas sí están aumentando los precios para compensar el incremento del precio de las materias primas y así no ver reducidos sus márgenes de beneficio.
Estas mismas empresas son las que se niegan a firmar un nuevo acuerdo que contribuya a garantizar que los salarios no continúen perdiendo poder adquisitivo gracias a las cláusulas de revisión salarial. Desde la UGT no escatimaremos esfuerzos hasta alcanzar un pacto de rentas que ayude a mitigar la escalada de los precios, incluso utilizando medidas que aumenten la situación de conflictividad.
Esta devaluación de las rentas salariales está haciendo aumentar la figura del “trabajador pobre”, a la vez que se amplían las desigualdades sociales. El último informe de FOESSA, conocido esta semana, alerta de que la población asturiana en situación de exclusión severa ha crecido un 17%. Cabe recordar que a finales del mes de marzo había en Asturias un total de 2.057 trabajadores en un ERTE. Esta situación exige de manera inmediata reforzar la protección social y mejorar los salarios.
Este aumento de la brecha social es un terreno muy fructífero para el auge de la extrema derecha que viene a poner en riesgo todos los derechos y avances que hemos conseguido durante la etapa democrática. Mejorar las condiciones de vida de las personas y combatir las desigualdades sociales son las herramientas claves para poner freno al populismo de la extrema derecha.
Desde la UGT no vamos a consentir que se intente salir de esta crisis a costa de devaluar salarios, generando más pobreza laboral y una mayor desigualdad social.
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